viernes, 18 de enero de 2008

... but not wait too much for the opportune moment.

Era una historia real donde el actor principal planeaba siempre antes de comenzar la jornada, mientras la primera actriz intentaba escribir una novela de amor.
Por años ella vivió en un mundo de arena, que alimentó de sueños, pensando que aquel joven podría llenar los sentimientos que en su corazón se arraigaban.
Pero el tiempo y la distancia no perdonaron. Sobrepasaron el momento oportuno en que ella esperanzada solicitara una caricia envuelta en papel celofán.
Aquel anhelo agonizó y pereció en el frío interior de una gaveta metálica, mientras un escondrijo lejano pretendía mantener viva una gota del mismo ensueño.

Sin avisar permitió que aquel rincón se convirtiera en una guarida donde dos almas montaron un castillo de cristal, convirtiéndose en princesa y caballero.
Al reino llegarían las fantasías donde el valiente guerrero pelearía contra feroces dragones y maléficos personajes, cuidando en todo momento a la pequeña princesa que día tras día invitaría a su guerrero a un sueño colmado de magia.
De nueva cuenta, junto a un arbusto de rosas blancas, la princesa sufriría la desilusión de vivir en espera de un detalle de amor que esta ocasión intentaría sobrevivir en una caja de cartón.

El tiempo se convirtió en cómplice y a pesar de vivir en mundos separados avivaba el recuerdo al solo cerrar los ojos, pues aquel guerrero, si bien no podría nunca salvar en verdad a la doncella, encontraba en ella un brillo que jamás olvidaría .
Por épocas, la damisela permaneció en una burbuja de fantasías e ilusiones, hasta que sus lágrimas oxidaron y destruyeron las paredes de su mundo de cristal, permitiendo que reconociera el brillo del sol que se ocultaría ahora a 120 kilómetros.

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Algunas personas sabias sabrán que esperar por el momento oportuno te lleva a un fluido desenlace; pero pocas, reconocerán que de tanto esperarlo se puede escapar sin
dejar mensaje..
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